Calma, calma
la niebla avanza
rueda la rueda del micro
entre metales y ruídos.
Sumergida en la niebla
humedad que envuelve los contornos
para. poseer la intriga.
Cerradas las puertas a las cercanias
enjambre de abejas
atrapado, dolido,
no siempre herido.
La humedad agita los dolores
suenan ecos, alaridos.
Quiebra el pecho y no se doblega
insiste la niebla en su encierro
la ventana abierta a la espera
niebla, claridad, niebla
acariciando el relieve de grises y negros.
Luces mortecinas
cubriendo altos y bajos
silencio, noche te
esta esperando.
Quiebra el pecho, un quejido
de roces y goces dirigidos.
Asalta la inquietud
relaja, asume
la niebla.
Isabella Mazzei
Da “Spiragli”, anno II, n.3, 1990, pag. 43.
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