Hierba que crece en la meseta.
Alimentada.
Reiterando la caida de la semilla.
Sed de vientos cálidos
que rozan un rostro descolorido.
Florecencia tardia en los pinares
inunda la tierra el aire caliente
y sobresale la vida.
Arrimaos, venid, que os espero
en la rama ardiente
con los brazos en arco
cual dosel de oro que a su rey atrapa.
Oh mi señor que habéis recorrido
los campos silvestres y ahora os
queda un sabor salado:
Tomad de mi lengua el agua encantada
que fluye como de una fuente
y a tu boca llama.
Comunión de perfiles,
se trenzan, se abrazan,
mientras la hierba que crece
se pega al tiempo que pasa.
Da “Spiragli”, anno II, n.3, 1990, pag. 42.
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